jueves, enero 18, 2007

Cómo pasar del miedo a la completa ignorancia…

Bueno…para empezar la historia hay que dar un poquito de contexto: Cuando yo estaba en quinto semestre de Comunicación social (hace ya un tiempito largo), tenía una clase que era Fotografía. Era una materia super chévere y donde se aprendía mucho. Uno de los trabajos era ir a cualquier sitio de la ciudad y captar con la lente la realidad bogotana, así que me fui para la Candelaria (muy bonita por cierto, aunque no era la primera vez que iba).

El caso es que dije: “Ni loca voy a irme sola por allá, uno nunca sabe” y me llevé a un amigo conmigo. Estábamos tomando las fotografías y yo claro, con cierto recelo por aquello de la cámara, cuando se nos acercó un indigente a pedirnos dinero…yo me llene de miedo y por supuesto le dije que no, que no tenia nada (me coloqué la maleta donde llevaba la cámara en mi espalda), mientras que mi amigo, le dijo muy calmado que “no, que pena hermano, pero no hay nada”…

El tipo, con la ropa rasgada, sucio, pelo largo y un costal al hombro, se quedó mirándonos por un momento, cuando de pronto empezó a hablar muy elocuentemente de Dostoievski (para escribirlo, me toco buscarlo por Internet). Este señor comenzó a contarnos la vida y obra de este escritor, del cual sí habíamos oído, claro…pero jamás nos habíamos puesto a pensar, quién es y por qué escribió una de las novelas más leídas de todos los tiempos como lo es “Crimen y Castigo”.

El indigente, que ya me parecía más inofensivo y hasta buen conversador, nos estuvo hablando por un buen rato y debo confesar que estaba deleitada con todo lo que decía, bueno, cuando le entendía…pero por mi mente pasaba esta pregunta: “Cómo es que una persona supremamente inteligente, como lo demostró este hombre, puede terminar en una situación de estas?”

Cuando el señor, al que jamás se me ocurrió preguntarle el nombre, tal vez porque sabía que no lo iba a volver a ver, por miedo o por vergüenza, terminó su entretenida historia, me miró a los ojos y no dudó en decirle a mi amiguito: “Hermano, no deje ir a esta mujer que es un sol, es una mujer muy linda”, mi amigo algo achantado le respondió que no, que sólo éramos amigos y yo me voltee con una mirada de que efectivamente era cierto…sólo éramos amigos.

De pronto, y esto creo que fue lo que más me impactó de la situación, me agarró la mano y del bolsillo de su gastada chaqueta, sacó una monedita muy bonita, era una moneda de mil sucres (moneda del Ecuador antes de ser dolarizada), muy parecida a las monedas de quinientos que tenemos nosotros. Me dijo: “Porque usted me cayo muy bien, se la voy a regalar”, yo me sentí super mal y se la iba a devolver, pero el señor no me dejó…así que dio media vuelta y se fue hablando sólo, como si el viento fuera el único que le escuchara todas sus historias…esta es la hora, después de tanto tiempo, que todavía conservo ese regalo que me hizo pasar de un momento a otro, del miedo a la completa ignorancia.

miércoles, enero 17, 2007

Richard Marx - Now & Forever VIDEO

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